por Julien Hanna febrero 01, 2023
La contaminación con plástico es un tema que nos preocupa a todos. La vemos en cada rincón de la naturaleza y a simple vista parece un callejón sin salida. Sin embargo, en Qactus estamos convencidos de que es un problema técnico que puede solucionarse. En este artículo haremos un repaso de cómo llegamos a la situación actual para entender bien de qué estamos hablando.
El plástico es un material increíble que ha sido una pieza clave para el desarrollo que hemos tenido como sociedad. Su bajo costo y gran versatilidad hizo que la gran mayoría de las industrias lo adoptaran como estándar en muchos productos como ropa, dispositivos electrónicos, vehículos, utensilios de cocina, objetos de decoración, y un largo etc. Lo que pocos saben es que todo esto se originó a partir de una bola de billar (que ni siquiera estaba hecha de plástico).
Hoy las bolas de billar son plásticas, pero esto no siempre fue así.
Durante siglos, las bolas de billar eran fabricadas con marfil natural obtenido principalmente de colmillos de elefantes, pero la caza excesiva de estos animales hizo que su población disminuyera drásticamente. Al regularse la caza de elefantes y verse en la necesidad de continuar en el negocio de las bolas de billar, los fabricantes ofrecieron grandes recompensas a quienes consiguieran elaborar alguna alternativa a este material.
Los colmillos de los elefantes han sido una de las principales fuentes de obtención de marfil.
Muchos científicos se sintieron atraídos por este incentivo y en 1863 John Wesley Hyatt inventó el primer plástico conocido como celuloide. Este plástico no sirvió para reemplazar las bolas de billar, pero sí para imitar materiales más costosos como el nácar, coral, ámbar y perlas. Rápidamente este descubrimiento se convirtió en un lucrativo negocio y sirvió para sembrar las bases para comenzar a sintetizar una inmensidad de otros plásticos. Entre 1907 y 1940 se crearon la mayoría de los plásticos que conocemos hoy. Junto con esto se crearon nuevas maneras de darle forma a este material permitiendo la fabricación masiva de productos a un muy bajo costo. Esto hizo que productos que antes eran inalcanzables para ciertos grupos de personas ahora pudiesen ser adquiridos sin mayor dificultad.
Gracias al plástico, muchos productos pasaron a ser masivamente accesibles gracias a su bajo costo
Estados Unidos aumentó significativamente la producción y los usos del plásticos durante la Segunda Guerra.
Hasta este punto el plástico competía de igual a igual con los materiales naturales, pero durante la segunda guerra mundial Estados Unidos invirtió fuertemente en la industria del plástico para utilizarlo en todo tipo de artículos destinados a sus tropas. Crearon cascos ligeros pero resistentes, plásticos transparentes para remplazar los pesados vidrios en aviones y fuertes paracaídas de nylon.
Botella plástica producida durante la segunda guerra mundial.
Después de la guerra, la industria del plástico ya estaba instalada y los fabricantes pusieron su atención hacia los bienes de consumo masivo. Poco a poco el plástico sintético comenzó a ganarle terreno a los materiales naturales como la madera y el algodón, y este material mágico abrió grandes posibilidades para la industria de alimentos. Se crearon envoltorios que mantenían fresca la comida durante meses, lo que fortaleció el comercio internacional. De un momento a otro comenzaron a aparecer bolsas plásticas de basura, films para proteger alimentos, botellas flexibles para salsas y un sinfín de contenedores plásticos. Este es inicio de la era de la contaminación con plástico.
Hoy encontramos plástico en prácticamente todas las industrias y en todo tipo de productos.
Que todo fuese plástico hacía la vida muy conveniente y su uso fue adoptado por la gran mayoría de la población, dando inicio a la era del “Plástico desechable”. Prestigiosos medios de comunicación incentivaban el uso del plástico como un material desechable, el cual no debía ser lavado luego de su uso y podía ser botado directamente a la basura. En este momento la contaminación con plástico no era un tema de importancia para prácticamente nadie.
En 1955, la revista Life celebraba que el plástico pudiera botarse a la basura para hacer la vida más fácil.
Lo que no vieron venir en esa época fue que una de sus mejores propiedades nos explotaría en la cara al corto plazo. El plástico en la práctica no se degrada y puede tardar siglos en descomponerse en un ambiente natural. A medida que pasa el tiempo el plástico se fragmenta en pequeños pedazos que se integran en los ecosistemas generando enormes daños en el medio ambiente.
El microplástico es el resultado de la fragmentación del plástico en partes cada vez más pequeñas. Una vez en este estado ya no es posible removerlo del medio ambiente.
Del mismo modo, la fabricación de los productos está lejos de ser la más optima. Actualmente la gran mayoría de los productos plásticos se fabrican en masa utilizando plástico virgen, es decir, obtenido directamente del petróleo. La industria petroquímica es una de las principales responsables de la emisión de gases de efecto invernadero. Desde su extracción, pasando por su refinamiento, moldeado, transporte y disposición final, se emiten gases a la atmósfera y de seguir en el rumbo actual en 50 años podríamos ser testigos de cambios graves y radicales en nuestro planeta.
El plástico dejó de ser este material “milagroso” que gracias a sus propiedades nos facilitó la vida. Pasó a ser basura.
El plástico dejó de ser ese material "milagroso" para convertirse en uno de los mayores desafíos ambientales.
Desde la invención del plástico hasta la fecha se han fabricado 8.3 billones de toneladas métricas y desde 1907 la increíble cantidad de 6,3 billones de toneladas métricas se han convertido en basura. Esto último es el equivalente a un cubo de 1.900 metros de altura, alcanzando 6.900 kilómetros cúbicos. De todo el plástico jamás creado el 9% fue reciclado, el 12% fue quemado, pero el 79% restante sigue ahí dando vueltas.
Hasta ahora se han producido 8.3 mil millones de toneladas de plástico. Casi nada. (Imagen: University of Georgia)
Cada año caen cerca de 8 millones de toneladas de plástico al océano, esto significa que a este ritmo la masa de plástico superará la masa de todas las especies de peces que allí habitan. En 2015 el 90% de las aves marinas habían comido algún tipo de plástico. En 2018, ballenas comenzaron a aparecer muertas con kilos de plástico en sus estómagos. En 2017 se midió que el 93% de los adultos presentan BPA (aditivo de botellas plásticas) dentro de su organismo y la evidencia sugiere que esto llegó allí por culpa del mal uso del plástico.
Aún resta para entrar en pánico y se requiere hacer más investigación al respecto, pero lo que sí está claro es que muchas cosas no resultaron ser como se planearon y que, en cierta medida, se ha perdido el control sobre el plástico y es algo que debe ser enfrentado con urgencia.
La interacción de los animales con el plástico lamentablemente es algo que ya nos acostumbramos a ver.
Frente a este escenario una de las opciones que han surgido es la eliminación de los plásticos, pero desafortunadamente no es tan sencillo. La contaminación por plástico no es la única amenaza ambiental a la que estamos siendo enfrentados. Algunos de los sustitutos que utilizamos para el plástico tienen un impacto aún mayor en el ambiente que el plástico mismo. Por ejemplo, según un estudio realizado el 2018 por el Ministerio de Ambiente y Alimentos de Dinamarca, la fabricación de una bolsa desechable de plástico utiliza significativamente menos energía y emite significativamente menos gases de efecto invernadero si la comparamos con una bolsa reutilizable de tela de algodón. Para igualar la huella de carbono de la fabricación de una bolsa plástica desechable se debería usar 7.100 veces la bolsa de algodón. Esto nos deja en una compleja situación de intercambios, todo tiene un cierto impacto y de algún modo debemos encontrar el mejor equilibrio entre ellos.
Reemplazar una bolsa de plástico por una de género parece una solución obvia. Sin embargo, para igualar sus huellas de carbono la bolsa de género debe utilizarse 7100 veces. Este es solo un ejemplo de por qué eliminar el plástico no es una alternativa real en estos momentos.
Resulta irónico que el plástico se haya inventado para buscar una alternativa a la caza de elefantes por el marfil para pasar a amenazar a muchas más especies por los usos que se le han dado. La evidencia y el tiempo nos han enseñado que es necesario replantear la forma en la que fabricamos y consumimos los productos. Al igual que cuando los fabricantes de bolas de billar pidieron ayuda para abordar el problema del marfil, hoy lo hace la ONU incluyendo este fundamento dentro los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Los sistemas de fabricación y consumo no han podido seguirle el paso al acelerado ritmo de vida de la sociedad actual y al vertiginoso crecimiento de la población.
Afortunadamente tenemos a la ciencia y la tecnología para ayudarnos a enfrentar este gran desafío, pero para evitar cometer los mismos errores se debe abordar todo desde otra óptica.
Julien es el espíritu Boy Scout de Qactus. Va a todas con una mezcla única entre locura y profesionalismo.
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